Durante un tiempo, estuve buscando la moto que se adecuara a mis proyectos y a mis preferencias. Para empezar, cumplí un deseo o capricho que tenía desde hacía ya unos años y busqué hacerme con una YAMAHA XV Virago de 250 cc, tras alguna negociación que otra, la compré por muy buen precio y un estado impecable. Disfruté de ella durante unos meses preciosos y rodé más de 14000 km con ella. Como he dicho, más que nada era un capricho, ya que siempre me gustó esa máquina, le cambié algunos detalles que tenía y no me gustaban y la dejé casi perfecta. Neumáticos, alforjas, emblemas, defensas y pantalla, hicieron que muchos de mis amigos aficionados a la moto, se interesaran por ella, ya que conocían muy bien mis intenciones, disfrutarla durante un tiempo y luego cambiarla o darla de entrada por una moto superior. De hecho, estas eran mis intenciones, más o menos, pues barajé durante un tiempo quedármela y viajar con ella. Probé viajes de 300 y 400 km, pero la Virago se quedaba pequeña ya que su autonomía es muy limitada y en recorridos de más de 200 km se me cargaban los riñones por la posición de conducción. Parece mentira pero aunque a priori parece muy cómoda, en rodadas largas deja de serlo y esto hizo que la desechara como moto para viajar. Luego vino un tiempo de buscar una moto adecuada. Probé alguna de segunda mano, pero o eran muy caras o no me fiaba del rendimiento del motor, o no me convencieron. Después opté por buscar alguna nueva, como la YAMAHA FZ6, pero era muy alta para mí y por aquel tiempo no había ningún kit que redujese la altura, hoy en día sí que lo hay. Y por fin, después de mucho buscar, comparar y pensármelo, sin querer descubrí la moto que me convenció totalmente. Fue en Montmeló donde la vi por primera vez, en una sesión de pruebas de BMW. Miki, un compañero de trabajo iba a probarla en la “Test Rider” de BMW y me propuso que le acompañara, así lo hice y descubrí la F800S. Esa es la máquina que necesito, pensé. Apropiada para los dos usos más habituales que le quería dar: rodar en carreteras viradas con una conducción sport y hacer rutas de cientos de kilómetros cómodamente. Era la moto ideal para mí, pero… el precio y la altura volvieron a hacerme dudar. Pero, ¿cómo es la vida?, comentando sobre la moto en la hora del almuerzo en el hospital, otro compañero motero me informa de las facilidades que BMW da para la compra de la moto, además me pide que entre en la web de BMW y que compruebe las posibilidades que hay en reducción de altura. Pronto compruebo que es posible adecuarla a mí, por lo que no me lo pienso y me acerco al concesionario de Terrassa y empiezo las negociaciones para hacerme de ella. Vendo la Virago a muy buen precio y tras una espera de dos meses, mi “Cheíta” ya está en Terrassa y puedo ir a buscarla.
Mi proyecto del Tourist Trophy empezaba a tomar forma. Fueron muchos meses de rutas, viajes y kilómetros los que me convencieron para hacer una primera gran ruta en el verano de 2007, la vuelta a España. 7900 km en los que el disfrute con la moto fue inmenso. Un consumo bajo, cómoda, ligera y sobre todo, fiable. No había más que solucionar el problema de las maletas y ya estaría lista para mi aventura de Man. Ese verano fue una prueba de fuego que hizo que viera más cerca la posibilidad de llegar a la IOM sin ningún problema. Por navidad del 2007 compré las maletas originales, le adapté el soporte del baúl que tenía en la “Profe”, y subí a Pingüinos con todo el equipamiento. Tenía espacio de sobras para el equipaje y montarlas y desmontarlas era comodísimo, me dieron un resultado perfecto y ya no había más que cambiar neumáticos para emprender el viaje a Man. Tenía desde febrero de 2008 hasta agosto, para preparar la ruta, reservas y pormenores, y en la más absoluta discreción lo fui preparando todo. Mi sueño empezaba a ser una realidad.